Mirando más allá del agujero en la pared y la escuela en la nube

A veces pienso que está de moda pensar mucho en la escuela del futuro, sin darnos cuenta de la urgencia de una auténtica transformación de tal institución en el presente. Esta convicción la confirmé durante el Congreso EDUCATIC convocado hace un mes por la SEG, gracias a las contundentes reflexiones de  los ponentes internacionales.

Uno de ellos fue Sugata Mitra, investigador educativo nacido en India y radicado actualmente en Inglaterra. Su presentación se centró en la propuesta de Entornos de Aprendizaje Auti-Organizados (SOLE por sus siglas en inglés: Self Organised Learning Environments). Esta idea surge como continuidad del proyecto The Hole in the Wall, que exploraba la forma en que los chicos pueden enseñarse a sí mismos. Puede verse aquí una charla de 2007 en TED Talks, en la cual Mitra explica parte de los hallazgos de este proyecto.

Cinco años más tarde, Sugata Mitra presenta en la misma plataforma de TED Talks su propuesta de construir una Escuela en la Nube. El video que aparece abajo contiene los elementos fundamentales de la presentación que realizó aquí, en León, en noviembre pasado. Al final del video, invita a todos a sumarse a su deseo. Quien vea con agrado el reto, puede descargar aquí un kit de herramientas para poner en marcha ambientes de aprendizaje auto-organizados y desarrollar una gran Escuela en la Nube.

La propuesta de Sugata Mitra tiene un alto componente tecnológico, que incluso fue cuestionado por algún asistente a la charla aquí en Guanajuato. Lejos de centrarnos en las limitaciones técnicas de México y de muchas de las escuelas, lo interesante está en ir más allá de el experimento del Agujero en la Pared o la Escuela en la Nube e identificar lo que está en el fondo, lo que da sentido a esta concepción del aprendizaje.

Me parece que uno de los factores clave de es la motivación. Más allá de la tecnología, lo que muestran estos proyectos es que una motivación adecuada y una construcción de ambientes que despierten la curiosidad de los niños y favorezcan su disposición hacia el aprendizaje, pueden llevarnos a todos —alumnos y maestros— a decir "Wow!", a celebrar el aprendizaje auténtico, más allá de el autoelogio y la autocomplacencia. Pocos placeres más grandes que eso puede experimentar un verdadero educador.

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